Una evaluación de la propuesta reciente de signos de puntuación en los textos de cerámica mayas

 

David F. Mora-Marín
davidmm@unc.edu
University of North Carolina
Chapel Hill

14/10/2022

En una publicación reciente, Grube (2021) ha propuesto que ciertos signos, algunos de ellos previamente sugeridos por Coe y Kerr (1998) como ejemplos de “rellenos de espacio”, en realidad funcionaban como signos de puntuación. Aunque se trata de una propuesta muy estimulante, existe una explicación alternativa, además de la función de relleno de espacios. La explicación alternativa que favoreceré aquí podría haber proporcionado la base, a través del reanálisis analógico, para la función de puntuación propuesta por Grube, en caso de que dicha función sea confirmada. Esta alternativa es simple: muchos casos de los llamados rellenos de espacio (Coe y Kerr 1998) o signos de puntuación (Grube 2021) son en realidad ejemplos de signos presentes en las colocaciones glíficas que habrían seguido si hubiese habido más espacio para continuar el texto. Por supuesto, esta no es una idea novedosa: los epigrafistas han sabido de tales ocurrencias ya por mucho tiempo (por ejemplo, Mora-Marín 2001: 128, 2004: 11), y el propio Grube (2021) proporciona algunos ejemplos, como observo a continuación. Lo que propongo es que la mayoría, si no todos, los ejemplos de signos de final de texto que parecen “innecesarios” pueden ser casos de signos que habrían comenzado colocaciones para las que no había espacio disponible y, por lo tanto, eran sobras o huellas de la siguiente colocación en la secuencia. La forma en que esta función “sobrante” y la función de puntuación pueden estar relacionadas también es simple: con el tiempo, los escribas podrían haber reanalizado algunos signos sobrantes, si son especialmente comunes o visualmente destacados, como marcadores de final de texto, dado que, por definición, aparecen al —inevitable— final de un texto. Repasemos algunas de las pruebas.

Primero, comenzamos con Coe y Kerr (1998: 143), quienes afirman que: “De vez en cuando uno ve el efecto de la compresión cerca del final de los textos extensos de la Secuencia Estándar Primaria [SEP], o el uso de rellenos de espacio donde la línea de glifos no ‘llega hasta el final’, pero en general casos como éstos son raros.” Dichos autores presentaron un ejemplo en el que el texto SEP termina en el silabograma yu, específicamente el caso de K1355, visto en la Figura 1A. Aunque Coe y Kerr (1998) propusieron una función de relleno de espacio para dicho signo, es preferible un análisis diferente. Este ejemplo muestra un texto que consiste en la Colocación del Signo Inicial seguida de la expresión verbal tz’i-b’i na-ja ji-chi para tz’ihb’naj-Ø-Ø-ich (escritura-PASIVO.DER.TV- 3sABS-INDIC.COMP.IV-ya/de.hecho) ‘de hecho fue pintado/a’. El texto termina en T62 yu (flechas azul claro). Se podría argumentar que se trata de un signo de puntuación final de texto o un relleno de espacio. Pero no lo es (intencionalmente). Más bien es el primer signo de la colocación común yu-k’i-b’i para y-uk’-ib’ ‘su copa/taza’, que típicamente sirve como sujeto del verbo. De hecho, la Figura 1B muestra un ejemplo de K9291 que termina en yu-k’i e inmediatamente precede a la Colocación del Signo Inicial que comienza el texto. La Figura 1C muestra un ejemplo de K5350 que también termina en yu-k’i. Ambos son ejemplos de textos en los que el escriba se quedó sin espacio para incluir el silabograma b’i que normalmente concluiría la colocación. Compárense los ejemplos anteriores con la Figura 1D, que muestra un ejemplo de K4552 que termina en la colocación completa yu-k’i-b’i, y con la Figura 1E, que muestra un ejemplo de K4551 que termina en la colocación yu-k’i-b ‘i y el silabograma ta, que precedería a yu-ta-la ka-wa o ʔu-lu, produciendo una frase como tä y-ut-al käkäw ‘para semillas de cacao’ o tä ʔul ‘para atole’. Este conjunto de ejemplos muestra que los “sobrantes” —signos o secuencias parciales que proporcionaban una ortografía (accidentalmente) incompleta de una colocación— eran un fenómeno común y que, en general, eran predecibles. Por lo tanto, tales expresiones incompletas llenaban el espacio, de manera incidental, pero su motivación era la de proveer una pista de la colocación para la cual no quedó espacio.

Figura 1

Continuamos con Grube (2021:5), quien argumenta que “estas marcas cumplen una función sintáctica real más que expresar el miedo a un horror vacui, porque están muy convencionalizadas y aparecen en cerámicas de diferentes épocas y en diferentes estilos pictóricos.” Él propone dos tipos de tales marcadores de puntuación de final de texto: 1) “una o dos líneas verticales que indican el final de una fórmula de dedicación” (Figura 2A); y 2) “dos puntos o círculos dispuestos verticalmente, a veces con pequeños rellenos agregados” (Figuras 2B–D). En la Figura 2, las flechas azules apuntan a los signos de puntuación propuestos, las flechas rosadas a la colocación del signo inicial que comienza cada texto. Grube afirma además que “Hasta ahora, solo se puede demostrar que estos signos de puntuación existieron dentro del contexto de los textos de dedicatoria sobre cerámica” (2021: 5).

Figura 2

Grube distingue estos casos de los casos en que un texto termina en un único silabograma aislado. Para tales ejemplos, Grube (2021: 4) propone la presencia de morfemas gramaticales que serían consistentes con una función de terminación de texto:

A veces, los escribas llenaban el espacio abierto con silabogramas individuales. En Kerr 595, el escriba insertó el signo che, tal vez insinuando la citativo cholano che’ “él dice” y confirmando así que el texto se entendía como un elemento de memoria colectiva (Kaufman y Norman 1984: 139). En otra vasija (Kerr 7459), el escriba agregó el signo la, quizás indicando la palabra laj “terminar” o “completamente, todo” (Kaufman y Norman 1984: 124), para marcar el final de la Secuencia Estándar Primaria.

Grube (2021: 5) también está abierto a un enfoque diferente, uno que ve los signos aislados de final de texto como las partes iniciales de colocaciones conocidas, como ya se mostró anteriormente:

En otros ejemplos, el escriba simplemente ha escrito un signo de la siguiente palabra para llenar el espacio en blanco, p.ej. SAK para indicar el título implícito sak wayis, o un solo signo silábico cha para indicar la expresión chatahn winiksiguiente (Kerr 2723; 2773; 4988; 5064; 5391; 5646; 8651; 8823).

Pero Grube no aplica esta estrategia a los casos en los que los signos de finalización del texto se asemejan a líneas o puntos, los caules analiza más bien como marcadores de puntuación. Sin embargo, la misma explicación ofrecida anteriormente para el silabograma yu en K1355, o por Grube para casos como las instancias de final de texto de SAK o cha, también se puede postular para instancias donde líneas o puntos, en realidad, números de barras y puntos, parecen finalizar el texto. De hecho, se puede ofrecer la misma explicación en la mayoría de los casos de silabogramas aislados que aparecen en posiciones finales de texto, incluido el ejemplo de che señalado por Grube.

Comenzaré con uno de los ejemplos de Grube de signos que se asemejan a líneas o puntos, visto en la Figura 3A, la banda textual de K5229. La flecha rosada muestra las “líneas” verticales que Grube propone como marcador de puntuación al final del texto. La flecha azul claro apunta al bloque de glifos anterior, un ejemplo de la colocación ʔu-OJO.NUDO, ya identificada por MacLeod (1990: 437–438) como parte de la frase de epíteto de ciertos textos de SEP, que ella asoció con el Dios A’. Desde entonces, se ha asumido que esta colocación se incluye en ciertas frases de epíteto o título, y se ha propuesto una lectura ʔu-ʔUB’ debido a posibles sustituciones con las grafías ʔu-b’i y ʔu-b’a (Tunesi y Polyukhovych 2016); el signo OJO.NUDO corresponde a PJG en el catálogo revisado de Looper et al. (2022). El texto de K5229 se puede comparar con la banda textual en K6100, que se ve en la Figura 3B. Los dos son estructuralmente equivalentes, y ambos incluyen la colocación ʔu-OJO.NUDO. De hecho, mientras que el de K5229 muestra las dos “líneas” verticales que siguen a la colocación ʔu-OJO.NUDO, el de K6100 muestra dos “líneas” verticales que preceden al signo principal correspondiente al silabograma sa. Una mirada más cercana a cada ejemplo de las “líneas” verticales sucesivas, tanto en K5229 como en K6100, es sucificiente para percibir que tales líneas están conectadas por al menos una línea horizontal en la parte superior o inferior, formando una barra, más específicamente, la barra para el numeral ‘5’ (Figuras 3C y 3D). Por lo tanto, el ejemplo en K5229 termina en la barra para ‘5’ que habría comenzado la colocación HOʔ-sa, que al igual que en el caso de K6100, habría seguido si hubiera habido más espacio. En otras palabras, las dos “líneas” verticales que Grube propone como un signo de puntuación final del texto son simplemente la barra para el número ‘5’ que se necesitaba para la siguiente colocación en la secuencia del epíteto. También debemos de tomar en cuenta que en K9153, como se aprecia en la Figura 3E, el texto termina con la colocación del epíteto ʔu-OJO.NUDO. Esto demuestra que los lectores pudieron completar colocaciones incompletas (en el caso de K5229) y frases incompletas (en el caso de K9153), basándose en ejemplos más completos que pueden haber visto antes (como K6100), o simplemente basándose en en su conocimiento de nombres comunes y títulos de personas conocidas en ese momento.

 

Figura 3

 

Un ejemplo similar se discute a continuación. Las Figuras 4A y 4B ilustran las bandas textuales en K4962 y K7727, donde se encuentra el silabograma aislado ka que termina el texto e inmediatamente precede a la Colocación del Signo Inicial de la SEP. En ambos casos, el silabograma ka en cuestión sigue la expresión ta-tzi-hi TEʔ-le, y por lo tanto, el silabograma ka está en la posición correcta para ser una grafía parcial de käkäw‘cacao’. De hecho, hay otros ejemplos en contextos donde la expresión para käkäw fue seguida por otras expresiones antes de regresar al principio en el que se deletreaba con un solo silabograma ka sin un silabograma wa obvio. En cualquier caso, como en el ejemplo de yu ~ yu-k’i ~ yu-k’i-b’i, es posible encontrar evidencia de que esta expresión era comúnmente final de texto, como en la Figura 4C, que ilustra el ejemplo de K3366.

 

Figura 4

 

Es hora de revisar un caso citado por Grube (2021:4), el ejemplo de che como silabograma de finalización de texto en K595. Si bien veo como muy plausible la propuesta de Grube, que el silabograma che haya servido como grafía de una instancia simple de cheʔ ‘así; partícula citativa’ (Kaufman y Norman 1984: 139), también es posible que el escriba se hubiese quedado sin espacio para deletrear la expresión más larga che-he/ʔe-na, descifrada por el propio Grube (Grube 1998), y que se basa en la misma partícula, resultando en cheʔ-en ‘así dice (él/ella/eso)’. La evidencia para esta opción radica en dos hechos: primero, existen casos claros de che-he/ʔe-na para cheʔ-en ‘así dice él/ella’, mientras que el único ejemplo a favor de un cheʔ aislado es el que aparece en K595 y es ambiguo debido a su contexto de final de texto que podría argumentarse como un texto incompleto; y segundo, hay al menos un paralelo muy cercano a la secuencia de signos presente en K595 en un texto donde che-he/ʔe-na se deletreaba claramente, y es seguido por el nombre de la persona citada. La Figura 5A muestra el ejemplo de K595, con la flecha azul claro apuntando al silabograma che, la flecha verde a la colocación CHAK-ch’o-ko para chak chok ‘gran joven’, y la flecha rosada apuntando a la Colocación del Signo Inicial de la SEP. La Figura 5B muestra el pasaje similar de K3395, con la misma secuencia general, solo que esta vez la flecha azul claro apunta a la colocación che-he/ʔe-na, que es seguida inmediatamente por el nombre y el título del individuo que se cita, que a su vez es seguido por la Colocación del Signo Inicial de la SEP. Finalmente, la Figura 5Cmuestra una versión más “extendida” de la misma secuencia en K1775; en este caso, che-he/ʔe-na va seguido de ʔu-tz’i-b’a para u-tz’ihb’ ‘su escritura’: se cita el texto mismo. En otras palabras, hay más evidencia para respaldar la proposición de que el silabograma aislado che en K595 estaba destinado a ser parte de la colocación che-he/ʔe-na, y que el escriba simplemente se quedó sin espacio para deletrearlo completamente. De hecho, el ejemplo de la Figura 5D, de K2695, ilustra una situación en la que la colocación che-he/ʔe-na aparece inmediatamente antes de la Colocación del Signo Inicial, y el escriba se quedó sin espacio para expresar quién o qué se está citando, y por lo tanto, se parece mucho al ejemplo de K595: un poco menos de espacio, y tal vez solo hubiera habido espacio disponible para el silabograma che.

 

Figura 5

En al menos dos casos, lo que Grube identifica como signos de puntuación que se asemejan a puntos, son en realidad silabogramas. El primer caso es muy probablemente una instancia de un diseño de ʔu. Este es el caso de K3034 que se ve en la Figura 6A. Este es el mismo diseño de ʔu que aparece, por ejemplo, en K1383 en la nominalización poseído ʔu-tz’i-b’i na-ja-la para u-tz’ihb’naj-al ‘su pintura’, visto en la Figura 7B. Hay muchas razones para sospechar que las expresiones poseídas podrían haber quedado incompletas al final de tales textos. Ya vimos esto con el caso de T62 yupara la colocación yu-k’i-b’i. De hecho, también hay casos de expresiones incompletas que comienzan con un alograma ʔu o que consisten exclusivamente en un alograma ʔu en casos que preceden a la Colocación del signo inicial de la SEP (por ejemplo, K2023, K5647).

 

Figura 6

 

El segundo caso en el que un silabograma se identifica erróneamente como puntos es el caso de ya. Esto se ve en la Figura 7A, correspondiente a K8651. En este se ve una secuencia K’UHUL:ka-wa, donde el logograma DIOS.C (K’UHUL para k’uh-ul ‘divino, sagrado’) y el silabograma ka parecen haberse fusionado, representando k’uhul käkäw‘cacao sagrado’. La Figura 7B, una fotografía de K1446, muestra una secuencia similar de ka-wa seguida del título ya-ʔAJAW-TEʔ. Por lo tanto, es posible que el silabograma ya de K8651, considerado por Grube como puntos que marcan el final de un texto, simplemente escribiera el comienzo de un título poseído, un título que comienza con /ʔa…/ (p.ej. ʔaj-k’iin ‘sacerdote ‘, ʔajaw ‘señor’, etc.).

 

Figura 7

Finalmente, no debería sorprender que los textos exhiban colocaciones incompletas que comienzan con un numeral (‘1’, ‘2’, ‘3’, etc.), y que explicarían los puntos que aparecen en tales posiciones. Existe una gran variedad de epítetos y títulos que suelen estar numerados y que, como sería de esperar, tienden a aparecer hacia el final de un texto, dado que los nombres de los sujetos o poseedores tienden a aparecer al final de frase. La Figura 8 muestra varios de estos casos (flechas verdes), la mayoría de ellos en casos inmediatamente anteriores a la Colocación del Signo Inicial (flechas rosas); uno de ellos (Figura 8G) también incluye un título poseído con ya. Anteriormente, se explicó de esta manera un ejemplo con el número ‘5’ (Figura 3A).

 

Figura 8

 

¿Cómo se puede seguir probando la propuesta de signos de puntuación del final del texto? Tal como está estipulada hasta el momento, la propuesta de Grube (2021) solo funciona en casos en los que se hubiera dejado un espacio vacío entre la colocación final de un texto y la colocación inicial, normalmente la Colocación del Signo Inicial de la SEP. En otras palabras, no es diferente de la propuesta de relleno de espacio de Coe y Kerr (1998). Esto es especialmente problemático dado que para los escribas y cualquier otro lector potencial, la alta frecuencia de la Colocación del Signo Inicial, con cientos de ejemplos atestiguados en vasijas de cerámica, habría hecho obvio que el texto había terminado una vez que se había “envuelto” a sí mismo hasta la posición previa a la Colocación del Signo Inicial. Grube (2021:2) de hecho destaca esta función de la Colocación del Signo Inicial, como una forma de indicar dónde comienza el texto. Los textos “envueltos” que comienzan con la Colocación del Signo Inicial, entonces, serían los contextos menos problemáticos para que un escriba o lector identifique dónde terminaría el texto, y por ende, donde un signo de puntuación de final de texto se necesitaría menos.

 

Para evaluar realmente la función de puntuación final de texto de estos diversos signos, se debe de encontrar evidencia de su uso, no necesariamente en textos monumentales, o textos extensos (“gruesos”) que carecen de colocaciones calendáricas, como propone Grube (2021: 5), si no que en cualquier texto, incluyendo los textos de cerámicas pintadas, siempre y cuando el texto no se enrolle sobre sí mismo y, por lo tanto, donde el escriba se habría arriesgado a dejar un espacio vacío. Hay muchos textos en vasijas de cerámica con tales rasgos, es decir, textos SEP dispuestos en columnas (Figura 9A), en bandas y columnas (Figura 9B), o en bandas que no envuelven a la vasija entera (Figura 9C). O especialmente se deberían buscar casos de bandas textuales enrolladas que carezcan de la Colocación del Signo Inicial de la SEP (p.ej. K5035, K5976, K6436, K8007, K8220, K9096, K9115 ). Que yo sepa, ninguno de esos textos muestra líneas o puntos en sus supuestas funciones de puntuación de finalización de texto.

 

Figura 9

 

En conclusión, es posible explicar la mayoría de los ejemplos de rellenos de espacio o marcadores de puntuación de final de texto putativos de una sola manera: como signos que comenzaban colocaciones incompletas hacia el final de un texto que se enrollaba sobre sí mismo. Esto significa que no son signos de puntuación especiales al final del texto, sino una estrategia mediante la cual el escriba indicaba qué colocación glífica habría seguido si hubiera habido más espacio, y que al mismo tiempo, llenaba el espacio vacío que habría resultado de otra manera. Es posible que eventualmente se demuestre que sí existen signos de puntuación de final del texto, pero se debe demostrar su aplicación en textos que no se enrollen en sí mismos, por un lado, y en textos en los que no se pueden explicar en base a los signos iniciales de colocaciones comunes al final del texto, por el otro. Si existen, sería probable de que hayan evolucionado, a través de un reanálisis analógico, a partir de los signos que iniciaron colocaciones frecuentemente truncadas al final de bandas textuales enrolladas de la SEP.

 

Referencias

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Grube, Nikolai. 2021. Punctuation Marks in Ceramic Texts. Research Note 19. Textdatenbank und Wörterbuch des Klassischen Maya.

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MacLeod, Barbara. 1990. Deciphering the Primary Standard Sequence. Unpublished Ph.D. dissertation. University of Texas at Austin.

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Mora-Marín, David F. 2001. The Grammar, Orthography, Content, and Social Context of Late Preclassic Mayan Portable Texts. Unpublished Ph.D. Dissertation, University at Albany, New York.

Mora-Marín, David F. 2004. Final FAMSI Grant Report: The Primary Standard Sequence: Database Compilation, Grammatical Analysis, and Primary Documentation. URL: http://www.famsi.org/reports/02047/index.html.

Tunesi, Raphael, and Yuriy Polyukhovych. 2016. Possible Phonetic Substitutions for the “Knot-Head” Glyph. Glyph Dwellers 39:1–8 . http://glyphdwellers.com/pdf/R39.pdf.